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domingo, 6 de noviembre de 2011

EL SIFONAZO ARGENTINO




Aquella mañana de domingo en la plaza Dorrego de Buenos Aires los puestos de antigüedades habían desplazado a la artesanía hippie por un día. Había todo tipo de antigüedades: joyas, teléfonos de baquelita y madera, discos de vinilo, cámaras de fotos de fuelles, monedas y billetes, soldaditos de plomo, coches de juguete, cuberterías y vajillas antiguas, afiches publicitarios, cajas metálicas, botellas de medicamentos, gramolas y vitrolas, objetos pamperos como boleadoras o sogas trenzadas…y sifones.



Los sifones eran lo que más abundaba, los había de todos los colores: verdes, azules, naranjas, rojos, amarillos. La parte superior era metálica, y el vidrio era grueso y pesado. Vimos un puesto que se llamaba “El Sifonazo” y nos hizo gracia. Muchos servían para ambientar las viejas tabernas, pulperías y cafés argentinos. Acabamos comprando un sifón que pesaba unos dos kilos y hoy decora mi cocina. La verdadera Feria de San Telmo estaba ubicada en un recinto cerrado desde 1987, un batiburrillo interesante y atractivo. Otro lugar para recordar, tal vez tomando el aperitivo. ¿A qué apetece un vermut con sifón?

© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego

viernes, 4 de noviembre de 2011

EL SUEÑO DE BORGES





Imaginad un teatro repleto de miles de libros, con estanterías repartidas en los palcos. Un palco pequeño tiene a la entrada el cartel de “Sala de lectura”, aunque por todas partes hay sillones en los que montones de gente hojean y leen libros, absortos en su paraíso. El sueño de cualquier lector y amante de la literatura. El sueño de Borges, tal vez. Pero no es un sueño: existe. Está en Buenos Aires, la ciudad natal del escritor, y se llama “El Ateneo”.

En el escenario, entre cortinajes de terciopelo rojo, hay un café con actuación de música de piano en directo. Pedimos cortados, que nos sirvieron con una galleta de chocolate y un vaso de agua, como se hacía antaño, mientras degustábamos el hojeo de un libro. Me pareció estar dentro de un sueño y pensé que aquel lujo de librería sólo era posible en Buenos Aires, una de las ciudades del mundo con más librerías por metro cuadrado. Me pregunté cuánto tiempo más sería rentable. Le deseo muchos años de vida a “El Ateneo”. Allí nos quedamos una tarde fascinados por aquel entorno único y especial. Un lugar para recordar.





© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego