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miércoles, 20 de octubre de 2004

PORT DOUGLAS Y CAP TRIBULATION

Desde Yulara cogimos un avión hasta Cairns, en la costa este de Australia. En el mismo aeropuerto cogimos un autobús a Port Douglas. 

La playa de Port Douglas estaba rodeada por altas montañas y la vegetación llegaba muy cerca de la orilla. La bordeaban grandes palmerales y casuarinas. Recorrimos 6km caminando por la franja de arena hasta que los manglares nos cerraron el paso. Había oleaje, pero el Océano Pacífico estaba bastante tranquilo. Íbamos totalmente solos y la playa tenía un cierto aire salvaje.






Vimos un par de carteles que advertían del peligro de cocodrilos y medusas, y aconsejaban no nadar ni lavar pescado en el agua. La zona segura para el baño estaba marcada por banderolas.

Paseamos por el Puerto, donde estaba la Iglesia San Mary by the sea, del s.XIX. Fue destruida por un ciclón, reconstruida y trasladada a su lugar actual. Era una iglesia con encanto, como las de las antiguas misiones. El interior era sencillo, con algunas vidrieras de colores, y tenía un altar precioso, con una gran ventana abierta al mar. Eso la hacía especial. 

Frente a la Iglesia estaba el Court House Hotel, un hotel colonial de principios del s. XIX. Era de madera blanca con porches con vistas al mar, suelos de madera oscura y ventiladores girando permanentemente. Había algunos otros edificios coloniales con porches.



Otro día fuimos a Cap Tribulation en bus y cruzamos el río Dantree en ferry. En la otra orilla el paisaje se volvió más exuberante. La carretera avanzaba entre un bosque tropical con altas paredes de árboles y vegetación. Pasamos por Mossan, la playa de Noah y Myall.

 

Estuvimos un par de días en Cap tribulation, alojados en el bungalow de una granja entre jardines. El río estaba lleno de cocodrilos. La playa de Cap Tribulation era de arena blanca y con mucha vegetación de árboles y palmeras. Por detrás de la playa se veían imponentes montañas. Era un lugar especialmente bonito. Lo disfrutamos desde el mirador, caminando y bañándonos en distintas zonas de la playa. Una delicia.








miércoles, 6 de octubre de 2004

LOS DOCE APÓSTOLES AUSTRALIANOS


 

Caminamos al borde de los impresionantes acantilados verticales de piedra caliza, de colores ocre y amarillo. Junto a ellos, en el mar, había gigantescos pináculos o agujas marinas que llamaban los Doce Apóstoles. Estábamos en el Parque Nacional de Port Campbell, próximo a Melbourne. Sólo quedaban ocho apóstoles y decían que debido a la erosión marina acabarían por desaparecer. Leímos que cada catorce segundos la piedra recibía el impacto de una ola. Esa erosión formaba cuevas y agujeros arqueados en las rocas. El mar tenía fuerza en aquella zona y una franja de espuma blanca festoneaba los acantilados.


Vimos la ensenada donde naufragó un barco que viajaba de Londres a Sidney en 1878, tras tres meses de travesía. Estaba a punto de llegar y haciendo los preparativos de una fiesta para celebrarlo, cuando naufragó. Sólo sobrevivieron dos personas. El lugar se bautizó Loch Ard Gorge en recuerdo del barco. A pesar de lo dramático de los sucesivos naufragios en aquellas costas, las playas eran bellísimas.




Junto a la ensenada, una roca formaba un puente natural sobre el mar. La llamaban London Bridge. Los apóstoles se erguían imponentes resistiendo los embates de las olas, cuyo impacto podíamos oír. Una muestra más del perfecto arquitecto que puede ser la erosión en la naturaleza.

lunes, 4 de octubre de 2004

SIDNEY

 




En la bonita bahía de Sidney destacaba el edificio icónico de La Ópera, con sus blancas crestas y la cúpula central. La estructura era impresionante, de cristal con grandes cubiertas blancas que recordaban las velas de un barco. Al arquitecto, el danés Utzo, se le ocurrió la forma del edificio contemplando los gajos de una naranja. Él fue el autor del proyecto, pero antes de que finalizara lo abandonó por discrepancia y nunca quiso ver su obra. La imagen de la Ópera en la bahía era el símbolo de la ciudad. 

Visitamos el edificio que albergaba cinco teatros. Nos mostraron uno de los pequeños y luego la sala grande con la gran cúpula. Allí se ofrecían los conciertos de música clásica, con capacidad para 1400 personas. Las butacas estaban tapizadas de rojo y las paredes eran tablillas de madera color miel. 


El Puente de la Bahía era una estructura de acero con arcos con forma de percha de ropa, según describía Xavier Moret en su libro “Boomerang”, que nos acompañó en el viaje por Australia. Subimos con un tour al pilón de piedra del puente y lo recorrimos a la altura de los coches unos metros por debajo de los arcos. Disfrutamos de las vistas del skyline de rascacielos de la ciudad.





Desde la Ópera fuimos al Botanic Garden, al otro lado de la bahía. Los jardines eran preciosos y muy grandes, con árboles de todo tipo: palmeras distintas, ficus, magnolias…Muchas aves sobrevolaban o correteaban por allí: cigüeñas, gaviotas y una especie de cacatúas blancas con una cresta amarilla. Y lo que abundaba en los árboles eran los murciélagos. Se veían cientos de ellos colgados boca abajo en las ramas, envueltos en sus alas negras. Eran enormes y emitían grititos amenazadores. Los carteles advertían de que se evitara el contacto. Leímos que resultaban muy perjudiciales para los árboles. 

En una pirámide de cristal y acero, a modo de invernadero, estaban las plantas más tropicales. Salimos de los jardines por la parte del Conservatorio de Música y seguimos callejeando.





Paseamos por el centro de la ciudad, George Street fue la calle de tiendas principal original de Sídney. Se conservaban edificios antiguos, como el Parlamento, el antiguo Hospital, todavía en funcionamiento, o la Central Station. Los edificios del hospital con sus pabellones nos gustaron mucho. Entramos en la casa histórica Mint, que albergaba oficinas y tenía un patio interior. Al lado estaba la Catedral Sant Mary, gótica y de piedra rojiza. Vimos el tren elevado que llamaban Monorrail, le daba un aire futurista a la ciudad.




Desde la Torre Observatorio vimos la concentración de los rascacielos, la magnitud de la Bahía y el Océano Pacífico. Con la entrada vimos una película sobre Australia en tres dimensiones, sentados en unos asientos hidráulicos que se movían, simulando sobrevolar en helicóptero y otras situaciones. Divertido.

           

Otro día fuimos a curiosear el mercado de pescado y otros barrios: The Rocks en los muelles y el barrio chino King Cross, con muchos comercios, bares y restaurantes. El barrio de Paddington conservaba antiguas casas victorianas de dos plantas con verjas y balcones de hierro forjado formando filigranas. Las fachadas eran de tonos pastel: rosado, crema, verde. Era un barrio tranquilo. Como era sábado había un mercadillo en Paddington. Era de estilo bohemio con ropa, perfumes, tés aromáticos, miel, velas, cuadros. Sidney era una capital interesante y agradable, con mucho que ofrecer.