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sábado, 14 de noviembre de 1998

EL MISTERIO DE LALIBELA



Imaginaros una laberíntica ciudad subterránea excavada en el s. XII para ocultarse del enemigo, los invasores árabes. Unas iglesias monolíticas, talladas de una sola pieza de roca, de arriba hacia abajo (¡). Eso es Lalibela. Un conjunto de doce iglesias y capillas, sepulcros y lugares sagrados a ambos lados del río Jordán.


La más famosa es Bet Giorgis, la que sale en todas las fotos, y la que nos había atraído hacia Etiopía al verla en una revista de viajes. La Iglesia de San Jorge. Tenía forma de cruz y estaba tallada de una sola pieza de roca, con una gran zanja alrededor. La roca era rojiza, salpicada de toques amarillos de algas. Vista desde arriba tenía tres cruces, que representaban la Santísima Trinidad.


En el camino encontrábamos niños correteando, y mujeres a la puerta de sus viviendas, colocando el grano en esteras para aventarlo. Los hombres, reunidos en pequeños grupos, bebían cerveza local, con restos de cereal flotando en el líquido turbio. Nos sentamos con ellos y compartimos la bebida. Alguno nos confundió con italianos, que  habían estado en Etiopía de 1936 a 1941, durante la I Guerra Mundial. Luego reanudamos el recorrido por la zona.


En el interior de las iglesias se guarda el Tabot, la réplica intocable de las Tablas de la Ley que Moisés guardó en el Arca de la Alianza, y que por supuesto no se puede ver. Lo que sí puede verse y enseñan en cada iglesia son las cruces procesionales de oro, plata y latón. Los sacerdotes ortodoxos las enseñan con mimo, colocándolas sobre bastones de madera, envueltas en largas estolas, y se quedan inmóviles ante el visitante.


Las iglesias de Lalibela no tienen comparación en el mundo, eran diferentes a todo, y tenían una atmósfera especial. Y los sacerdotes que había en el interior de cada iglesia tenían un aspecto imponente, con sus ropajes, sus casquetes amarillos –el color de los monjes-, sus cruces procesionales...Sobre todo recordaré sus negras y largas barbas, rostros morenos y angulosos de pómulos marcados y ojos brillantes de fe desafiante. Lalibela era misteriosa y única. Como la inolvidable Etiopía.

© Copyright 1998 Nuria Millet Gallego