Desde Punta Norte y Punta Delgada
en
Península Valdés contemplamos las colonias de los inmensos
elefantes
marinos. Dormitaban a la orilla del mar, esparcidos en la franja de arena
dorada, y realmente impresionaba su tamaño. Los elefantes marinos machos medían
casi 7 metros y pueden llegar a pesar 3.500kg. de peso, las hembras son
menores, no superan los 3 metros y los 900 kg. Deben su nombre al hocico
alargado, en forma de pequeña trompa,
Vimos una familia tumbada: el
macho envolvía con una aleta el abdomen de la hembra, como abrazándola, y el
pequeño se movía y hacía ruidos tratando de llamar la atención de sus padres.
Sólo conseguía que la madre abriera su boca mostrando su lengua rosada y
emitiera algún sonido que parecía reclamar que la dejara dormir.
El padre tenía la piel rubia
dorada, la madre era blanca y la cría era negro oscuro. Una familia
multirracial. Estuvimos un buen rato observándolos, y escuchando los sonidos
que emitían.
Mucho más al sur, En Ushuaia hicimos una travesía por el
Canal de Beagle. Fuimos a la llamada Isla de los Lobos, un peñasco rocoso sobre
el que se agrupaban decenas de cormoranes y lobos marinos juntos. Los lobos
marinos machos alcanzan una longitud de 2,6 metros y un peso máximo de 300
kilos, el doble que las hembras. Estaban muy activos, jugando o peleándose
entre ellos, disputándose el territorio. Se levantaban sobre sus aletas, y los
machos se empujaban entre sí gruñendo. Entonces fue cuando vimos a dos de ellos
besándose, tal vez una pareja, o una madre y su cría, ajenos a las luchas de
sus compañeros.
Contemplar a los animales en su entorno natural, aunque
sea de forma respetuosa, no evita que seamos unos intrusos. Pero ser testigos
de esa escena fue uno de esos muchos momentos bellos de los viajes.
© Copyright 2015Nuria Millet Gallego