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lunes, 4 de octubre de 2010

LA CHINA TRADICIONAL, FENGHUANG




 
Desayunamos en el balcón de nuestra pequeña habitación de madera, frente al río. Un pescador solitario, con un sombrero cónico, lanzaba sus redes. Estábamos en el sur de China, en Fenghuang: una ciudad amurallada en las orillas del río Tuo, y el asentamiento de las minorías étnicas Miao y Tujia. Había sido declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2009, y los patrimonios no suelen defraudarme. Las guías escritas le atribuían un misterioso encanto, con casas y comercios tradicionales, y templos ancestrales.


 
 
La ciudad era muy turística, con mayoría de turismo local chino; prácticamente éramos los únicos turistas occidentales. Nos sobró la música nocturna de los bares. Pero nos atrapó. Conservaba las viejas casas de tejadillos oscuros con musgo. Algunas eran palafitos sobre el río, con largos pilotes oscurecidos por la humedad. Muchas tenían los balcones de madera restaurados. Conservaba dos puentes de piedra con arcos, y otros de pilares para cruzar saltando el río.
El agua era de un color verde intenso, y se veían barcas de remo deslizándose lentamente. Por la calle nos cruzábamos con ancianas con unos gorros altos que parecían cestas envueltas en turbantes azules. Vendían guirnaldas de flores para las turistas chinas y artesanía textil. Iban vestidas con chaquetilla y pantalones anchos azules, con una cenefa de flores. El alto gorro estilizaba sus figuras.





Los comercios ofrecían setas, kiwis confitados, frutos secos con especies picantes, pinchos de cangrejo, de calamar, de salchichas, de carne, piruletas de gambas diminutas tofu frito con especies…Comimos en un puesto callejero ante el río: pinchos de calamar, patatas y buñuelos con nueces.

Vimos templos antiguos y una Pagoda de siete niveles junto al río. Cenamos en una cálida y vieja taberna, cerca de la pagoda. Unos gatos maulladores nos hicieron compañía. Había demasiados comercios, pero gracias a sus casas antiguas no costaba imaginar la vida de la ciudad en otros tiempos.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego